domingo, 14 de enero de 2007

Niños ejemplares




Cada vez que reviso la revista “Mujer” del diario la tercera, tengo la esperanza de encontrarme con algún texto destacable sobre la educación infantil. Esta vez quisiera comentarles sobre el Articulo “Sufrir en silencio” y tiene relación con las exigencias y sobre exigencias que se ponen sobre nuestros niños de esta época.
El competir lo aprendemos desde pequeños. Nos entregan distinciones cuando somos los mejores en algo, tratamos de ser los que corremos más rápido, los que saltamos más alto, y de la misma manera los padres se prueban a sí mismo como educadores, respecto de quien tiene el hijo más entrenado, más adecuado y con mejor comportamiento, el niño modelo “tan bueno en todo” y aunque muchas veces los padres no lo dicen, lo sienten, el orgullo de los buenos resultados y el desazón frente a los bajos rendimientos.
La sicóloga infantil Josefina Martínez señala que “los exitosos, sobre adaptado, sobre exigidos, que tienen un buen desempeño en todo, son niños que tienen un dolor invisible”
Naturalmente es algo social y cultural, donde es el entorno el que mide todo mediante el desempeño y el rendimiento. Por lo cual este tipo de niño tiene un gasto doblemente mayor de energía al tratar de rendir para el resto y lograr el éxito esperado.
Es importante reconocer que este tipo de desgaste puede producir un estrés al sobrepasar sus reales capacidades.
El modelo perfecto del entorno más cercano al niño, termina siendo la base de su empeño, sin medir los costos reales que esto implica.
Muchas veces cuando los niños escogen un área a desarrollar, tiene estrecha relación con la profesión de sus padres. Lo que demuestra una exigencia intrínseca en resultados y donde sus padres, familias y entorno general, lo que hace demostrar a estos niños y jóvenes que eres una persona sobresaliente.
Por lo general los hijos mayores, los con más capacidades de lograr las expectativas de los padres, siendo más estudiosos, cumpliendo mejor las exigencias y rindiendo en todos los ámbitos. Pero de la misma forma estos “niños ejemplo” Dejan de lado actividades extra programáticas, horas de ocio, de sueño, de relajo, para privilegiar el estudio.
Lo importante según el siquiatra Fernando Manríquez es mirar el lado emocional de nuestro niño, planteándose las siguientes preguntas:
“¿ Es feliz? ¿Qué calidad de amistades y vínculos tiene? ¿Está viviendo sin ansiedades su vida?”
Como resultado de estas exigencias puestas del medio o por sí mismo, ante la presencia de un modelo exigente, nos encontramos ante una persona con muy baja tolerancia a la frustración y a los fracasos.
No encontrar recursos necesarios para enfrentar la parte dura de la vida. Favorece que la personalidad de estos niños se vuelva amargada, triste y sin mayores expectativas de solución.
Cuando miramos hacia atrás, para encontrar responsables, nos encontramos con padres y educadores, quienes nos muestran un modelo de perfección, que muchas veces es imposible de alcanzar.
Muchos padres no se sienten responsables, ya que no exigen en forma explicita a sus hijos, pero de alguna u otra forma, los niños reaccionan a sus contextos.
“ Muchas veces les ocultamos las frustraciones a los hijos, las cosas duras, para protegerlos y para que no sufran, y en ese acto corremos el riesgo de no prepararlos para la realidad”.
Fernando Manríquez

No solo son nuestros éxitos como padres los que mostramos como modelo. A veces pedimos a nuestros hijos que sean lo que nosotros no logramos. Y ellos nuestros niños y jóvenes, sienten que el amor que les profesamos está condicionado a sus éxitos.


¿Cuál es el punto de equilibrio?

El problema no es que los niños sean capaces y destaquen, sino que lo único que puedan hacer en la vida sea eso





No es la competitividad lo que importa, sino ayudar al niño a sentirse competente





El norte de la educación tiene que ver con ayudarlo a descubrir y desarrollar sus talentos y cualidades, pero al mismo tiempo reconocer las falencias sin sentirse fracasado





No sobredimensionemos la importancia de las tareas, pruebas y rendimientos.





Ayudar a los hijos a no dejar de lado sus intereses personales, el juego, los tiempos de ocio.





Frente a una mala nota, no hacerlos sentir un fracaso como personas





No proyectarse en los hijos y dejarles espacio para que canalicen sus capacidades según sus propios intereses.














Es necesario recobrar la dimensión humana de la vida y no centrarse solo en el rendimiento




D.V.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bueno poder tener este medio de comunicación con ustedes. El jardín de nuestros hijos. Suerte!

Evora dijo...

Mi amiga querida, aparentemente me desaparezco, pero siempre estoy, aquí y allá, te leo cada vez que vengo al pc y no sabes el gusto que me da aprender contigo.


Gracias, te dejo un abrazo.

Diana dijo...

Gracias amiga... siempre te leo también .... te quiero mucho...