domingo, 14 de enero de 2007

Mellizos y gemelos. El valor de la diferencia



La experiencia de la maternidad y paternidad múltiple, plantea desde el comienzo ciertas particularidades.
Desde el mismo nacimiento que llega. La noticia de un embarazo de más de un bebé, los temores e incertidumbres que conlleva todo embarazo también se multiplica.
En el comienzo es preciso reestructurar los espacios y los tiempos, solicitar ayuda, multiplicar caricias y besos, todo por dos. Esto trae aparejado ansiedades diversas, miedos, dudas respecto de cómo se llevará a cabo el cuidado de estos pequeños.
Pregunta: ¿Cómo propiciar que estos pequeños que nacen al mismo tiempo, que muchas veces son iguales o sumamente parecidos, que comparten vivencias, amigos, etc... logren establecer entre ellos las diferencias necesarias para acceder a su singularidad.
Sabemos que la estructuración del psiquismo del recién nacido implica necesariamente de la relación con el otro, por lo tanto como sea dividido por los padres el nacimiento de dos hijos a partir de un embarazo y la crianza de estos les prodiguen. Tendrán implicancias en el desarrollo desde los primeros momentos de vida.
El hecho de que hayan nacido mellizos o gemelos no implica lo idéntico, ni supone que deban ser esperados por sus padres como “iguales”, pues estos niños no tendrán las mismas necesidades, ni los mismos gustos, ni las mismas capacidades, ni iguales tiempos evolutivos. Si los padres son permeables a estas diferencias y hacen de ellas un hecho positivo y no una comparación en déficit . esto permitirá que los niños vayan construyendo desde el comienzo un lugar diferencial el uno del otro.
Si bien es cierto que los hermanos mellizos o gemelos generalmente establecen lazos muy estrechos, no se trata de pensar “a un niño como complemento del otro”, será importante atender a sus deseos y gustos particulares, generar espacios propios, programar actividades por separado, favorecer las diferencias entre las pertenencias de uno y de otro, sus objetos, su ropa, etc... sin desconocer, por supuesto, los espacios y cosas compartidas..

Elizabeth Verdugo
Educadora de Párvulos

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