El crecimiento de un hijo constituye un verdadero desafío que debemos afrontar, pues seguramente irá colmado de momentos de felicidad, anécdotas inolvidables y logros que, como padres y educadores nos enorgullecerán.
La propuesta que nos convoca es el desafío de la adaptación frente al ingreso del niño y de la niña al jardín infantil. Adaptación que vivimos todos los que estamos involucrados en esta maravillosa aventura de acompañar una nueva etapa de nuestros niños y niñas.
Confiar y compartir este momento de la vida será gratificante y enriquecedor en la medida que desde hoy formemos un verdadero equipo, con un mismo objetivo, dar lo mejor, desde distintos roles. Este desafío no es nada fácil, ni para los niños y niñas, ni para educadores y padres, ya que seguramente irá cargado de sentimientos de ambivalencia afectiva y contradicción a la hora de separarse por primera vez de su hijito.
En este proceso de adaptación, todos nuestros esfuerzos deberán centrarse en acompañar sostener y contener al niño o niña para que pueda superar los temores lógicos de una nueva y desconocida situación.
El niño o niña necesita vernos seguros para sentirse seguro, confiados para poder confiar, abiertos a una comunicación sincera para comunicar sin temor.
Recordemos que todo lo que como adultos sentimos, el niño y la niña lo sienten como propio.
La angustia lógica del primer desprendimiento de la mamá, de la familia, se puede manifestar con llanto, berrinches, malestares y necesita un tiempo, individual y único en cada niño o niña. La adaptación será exitosa en la medida en que los adultos transitemos esta etapa aceptando las vicisitudes lógicas y necesarias que acompañan este proceso hasta que el niño y la niña se familiaricen con la nueva realidad y puedan conocer, confiar, disfrutar, crecer. Nosotros los adultos estaremos junto a ellos, convirtiéndose en un puente de sostén y contención, mostrándoles el mejor camino.
La propuesta que nos convoca es el desafío de la adaptación frente al ingreso del niño y de la niña al jardín infantil. Adaptación que vivimos todos los que estamos involucrados en esta maravillosa aventura de acompañar una nueva etapa de nuestros niños y niñas.
Confiar y compartir este momento de la vida será gratificante y enriquecedor en la medida que desde hoy formemos un verdadero equipo, con un mismo objetivo, dar lo mejor, desde distintos roles. Este desafío no es nada fácil, ni para los niños y niñas, ni para educadores y padres, ya que seguramente irá cargado de sentimientos de ambivalencia afectiva y contradicción a la hora de separarse por primera vez de su hijito.
En este proceso de adaptación, todos nuestros esfuerzos deberán centrarse en acompañar sostener y contener al niño o niña para que pueda superar los temores lógicos de una nueva y desconocida situación.
El niño o niña necesita vernos seguros para sentirse seguro, confiados para poder confiar, abiertos a una comunicación sincera para comunicar sin temor.
Recordemos que todo lo que como adultos sentimos, el niño y la niña lo sienten como propio.
La angustia lógica del primer desprendimiento de la mamá, de la familia, se puede manifestar con llanto, berrinches, malestares y necesita un tiempo, individual y único en cada niño o niña. La adaptación será exitosa en la medida en que los adultos transitemos esta etapa aceptando las vicisitudes lógicas y necesarias que acompañan este proceso hasta que el niño y la niña se familiaricen con la nueva realidad y puedan conocer, confiar, disfrutar, crecer. Nosotros los adultos estaremos junto a ellos, convirtiéndose en un puente de sostén y contención, mostrándoles el mejor camino.
1 comentario:
Te vengo a saludar, siempre descubriendo sabias palabras.
Un beso,
Lena
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